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La ecoterapia, también llamada terapia verde o terapia centrada en la Tierra, es un conjunto de técnicas terapéuticas que sostiene que formamos parte de una red de vida y que nuestra psicología forma parte del medioambiente. Se ha hablado de la ecoterapia desde hace muchos años, sin embargo el primero que logro darle una amplia visibilidad publica fue Theodere Roszac, con la publicación de su innovador libro ‘la voz de la Tierra’ en el año 1992. Ya en el año 1996, Howard Clinebell publicó el libro ‘Ecoterapia’, en donde se refería a la curación y crecimiento personal gracias a la interacción saludable del hombre con la Tierra Clinebell prefería el concepto de ecoterapia, ya que incluye trabajo con el cuerpo, al de ecopsicología, que estudia las relaciones psicológicas con la naturaleza.
La ecoterapia reivindica la necesidad de reinventar la psiquiatría y psicoterapia como una relación entre la naturaleza y la naturaleza humana en sí misma, teniendo en cuenta los descubrimientos científicos y la sabiduría proveniente de pueblos indígenas. Por tanto, esta visión revela que el ser humano está íntimamente e inseparablemente conectado a la naturaleza. Esto cambia nuestra comprensión de cómo abordar los problemas de la mente humana y mejorar la mala relación entre el ser humano y el medio ambiente.
Esta terapia se recomienda en casos de ansiedad, depresión y estrés y actualmente se está practicando en residencias de ancianos, hospitales y centros de salud mental y en centros juveniles. Este método está aumentando cada vez más y demostrándose cada vez más casos de éxito.
Uno de los grandes beneficios de este tipo de terapias es la importante mejora de la salud física. Y es que cuando vamos por la montaña caminamos por terrenos irregulares, lo que provoca que usemos casi todas nuestras articulaciones, algo que no pasa en las ciudades, donde el terreno suele ser mucho más uniforme. No en vano, vivimos en una sociedad moderna esencialmente sedentaria, donde apenas nos cansamos físicamente, sino que nos cansamos solo mentalmente.
En ese sentido, salir a la montaña cargando con una mochila, planificando una jornada para tener víveres suficientes y enfrentándose a la climatología, contribuye a la mejora de nuestra salud física. Si a todo esto añadimos la sensación de respirar aire puro y oxigenar más la sangre, hace que este tipo de experiencias de ecoterapia sean totalmente beneficiosas.
Otro de los beneficios de la ecoterapia, quizás el más importante, es lo que contribuye a reducir el estrés. Caminar por la montaña hace que los niveles de estrés vinculados al intenso ritmo de trabajo y la situación de incertidumbre del Covid-19 se reduzcan notablemente.
¿Sabéis a que se debe esto? Pues al poder terapéutico de los bosques. Y es que los bosques maduros tienen una gran concentración de Mycobacterium vaccae y emiten fitoncidas, lo que contribuye enormemente a reducir el nivel de estrés y mejorar el sistema inmunitario.
Producto del intenso ritmo de vida actual, la infinita variedad de estímulos y las preocupaciones, estamos yendo hacia una sociedad donde vivimos dispersos. Esto es algo que se nota en el día a día, cuando comprobamos como a las personas les cuesta cada vez más tener una conversación con una atención y escucha plenas.
La ecoterapia en la montaña o en el bosque nos lleva a ignorar las cosas que nos estresan y molestan a diario, haciendo que nos enfoquemos y centremos en lo verdaderamente importante. Una actividad y un escenario que generan la paz interior necesaria para recargar pilas y hacer el clic necesario para volver a la rutina diaria más creativos y productivos y, lo más importante, con más ganas de llevar a cabo nuestras ideas.
También resulta curioso como la terapia en la montaña o en el bosque hace que por norma general las personas seamos más amables y empáticas. La ciencia ya ha demostrado que estar en plena conexión con la naturaleza, solos y sin casi contacto con las personas, hace que afloren los sentimientos altruistas
Otro de los grandes beneficios de la ecoterapia es la mejora del sueño. Y es que caminar por espacios naturales ayuda a reducir las tasas de cortisol, presión arterial y frecuencia cardíaca, principales factores que intervienen para un correcto descanso una vez nos vamos a dormir. Y lo mejor de todo es que la mejora es exponencial. Si dormimos 1 día en plena naturaleza lo notaremos, pero si dormimos 2 días lo notaremos más y así sucesivamente.
Realmente es un beneficio asociado a todo lo anterior. La realización de actividad física hace que estemos cansados y además el entorno baja los niveles de estrés. Además, en la naturaleza solemos comer más sano y menos cantidad, por lo que cuando a la noche llega la hora de dormir podemos conciliar un sueño totalmente reparador.
La ecoterapia también nos ayuda a ser conscientes de nuestro cuerpo y moldearnos al entorno y las condiciones. Tendremos que protegernos contra el sol, la lluvia o el viento y exigiremos físicamente a nuestro cuerpo, lo que nos permite ser autoconscientes de nuestro organismo al que, habitualmente día a día, no solemos exigir tanto.
Es una realidad que vivimos en una sociedad cada vez más cómoda. Hoy en día nos movemos en coche o transporte urbano y donde todo lo que queremos como comida o productos incluso nos lo traen ¡a la puerta de casa! Esto lo que está provocando es que no tengamos las condiciones adecuadas para desarrollar todo nuestro potencial. Sin embargo, haciendo ecoterapia en la naturaleza nos enfrentamos a situaciones desconocidas, donde tenemos que caminar cargados con una mochila, con agua y comida, superando las dificultades físicas y el cansancio acumulado. También nos enfrentamos a la lluvia, de la que nos guardamos y dormimos en lugares menos cómodos y a los que no estamos acostumbrados. Estos motivos, entre muchos otros son los que hacen estas experiencias nos hagan más resilientes y fuertes, además de contribuir notablemente al fortalecimiento de nuestra autoestima.
Las experiencias de ecoterapia en la montaña ayudan a reforzar e incluso aumentar su sentimiento de protección del medio ambiente y los entornos naturales. Y es que, por encima de todo, no olvidemos que los humanos somos seres naturales conectados con todo lo natural que nos rodea. Es por ello por lo que en este tipo de experiencias suele aflorar este sentimiento, ya que solemos darnos cuenta de nuestra conexión con la naturaleza y de la biodiversidad que nos rodea. De ahí que resulte importante que protejamos nuestros entornos naturales y dejemos todo igual o mejor que cuando lo visitamos, ya que no es solo nuestro, también será para las futuras generaciones que lo van a necesitar.
Ya sea que lo llames una tendencia de acondicionamiento físico o una práctica de atención plena (o un poco de ambos), ¿qué son exactamente los baños de bosque? El término surgió en Japón en la década de 1980 como un ejercicio fisiológico y psicológico llamado shinrin-yoku ("bañarse en el bosque" o "respirar la atmósfera del bosque"). El propósito era doble: ofrecer un antídoto ecológico para el agotamiento del auge tecnológico e inspirar a los residentes a reconectarse con los bosques del país y protegerlos.
Los japoneses adoptaron rápidamente esta forma de ecoterapia. En la década de 1990, los investigadores comenzaron a estudiar los beneficios fisiológicos de los baños de bosque, proporcionando la ciencia para respaldar lo que sabemos de forma innata: el tiempo que pasamos en la naturaleza para nosotros. Si bien a Japón se le atribuye el término shinrin-yoku , el concepto central de la práctica no es nuevo. Muchas culturas han reconocido durante mucho tiempo la importancia del mundo natural para la salud humana.
Los baños de bosque no son solo para los amantes de la naturaleza; la práctica puede ser tan simple como caminar en cualquier entorno natural y conectarte conscientemente con lo que te rodea.
El placer de caminar descalzo por la orilla de la playa, pisar la hierba o la tierra del campo y notar su frescor es algo más que un momento divertido o una anécdota. El organismo se revitaliza realmente, se relaja y la energía fluye en su interior.Pero este es un gesto tan sencillo y esencial como olvidado; parece que solo los niños saben de su poder: siempre que pueden, y se les deja, se descalzan.Vivimos inmersos en un mar de campos eléctricos y electromagnéticos, tanto naturales como artificiales. La electricidad debiera fluir a nuestro través, pero el calzado y las superficies aislantes cortan el flujo. Entonces se produce una carga que crea tensiones en el organismo y perjudica la salud.Preocupados por temas aparentemente más importantes, no nos hemos dado cuenta de que algo tan banal como las suelas aislantes de los zapatos, las moquetas sintéticas o el parquet están amenazando nuestro bienestar.
Los zapatos convencionales están fabricados con materiales aislantes que cortan la conexión eléctrica con la tierra. Los calzados artesanales, sin capas aislantes, de cuero o cáñamo son una buena alternativa.Otra son los calzados técnicos conductores que se venden como equipo profesional (en quirófanos, laboratorios y talleres la carga electrostática es peligrosa).
Los procesos eléctricos y magnéticos forman parte de nuestra biología. El buen funcionamiento de sistemas fisiológicos, órganos y células depende del equilibrio eléctrico que condiciona las reacciones químicas.Así lo señalan los estudios científicos más actuales y novedosos, que han demostrado que tocar la tierra con los pies desnudos, hacer toma de tierra o, como indica el anglicismo, practicar el earthing o el grounding, permite al cuerpo reequilibrar sus cargas eléctricas, un proceso básico para mantener la vitalidad y la salud.El cuerpo es un conductor natural y necesita tanto el contacto eléctrico con la Tierra como precisa del agua o los nutrientes. Por una parte, necesitamos liberarnos del exceso de cargas positivas que se acumulan al mantenerse el cuerpo aislado de su entorno.Por otra parte, nos regeneramos con la invasión de los electrones libres (con carga eléctrica negativa) del campo de energía de la Tierra alimentado por el sol y desde el núcleo del planeta.Sin este flujo energético, la vida de las personas, los animales y las plantas sería sencillamente imposible. La consecuencia más evidente del bloqueo de la conexión eléctrica es el chispazo que se siente al tocar a otra persona o una superficie metálica. Lo produce la descarga de electricidad estática.Pero dentro del cuerpo la falta de conexión puede favorecer la inflamación generalizada y estar en el inicio de procesos que llevan a enfermedades.
Algo tan sencillo como andar descalzos aporta marcados y positivos cambios en los parámetros biológicos. De hecho, a los dos segundos ya se pueden empezar a percibir, aunque los mayores beneficios se obtienen si se hace toma de tierra durante 20-30 minutos.Así lo indica un estudio realizado en la revista Integrative Medicine, realizado por el equipo de Gaétan Chevalier, ingeniero físico del departamento de Biología celular y del desarrollo de la Universidad de California en Irvine (Estados Unidos).En él se analiza la variabilidad de la frecuencia cardiaca de 28 personas. Esta metodología fiable y no invasiva aporta información sobre el sistema nervioso autónomo y sus dos componentes: el simpático (que nos hace estar más activos y estresados) y el parasimpático (que aporta más tranquilidad y calma).El experimento se llevó a cabo en una sesión de dos horas. Durante 40 minutos se conectó a las personas a un sistema de toma de tierra (unos electrodos en la planta de los pies y en la palma de las manos) y el resto del tiempo se hicieron las mediciones sin esta conexión.Los resultados fueron reveladores: cuando la persona estaba conectada a toma de tierra, se producía un incremento de la función del sistema nervioso parasimpático casi dos veces mayor que cuando no estaba conectada. Así, no estar conectado a tierra se corresponde con una estimulación excesiva del sistema simpático y una disminución del tono del parasimpático, lo que indica un sistema nervioso estresado.
El contacto con la superficie de la tierra equilibra los sistemas biológicos.
Una falta de conexión a tierra durante tiempo suficiente representa un estrés para el organismo. Una más que se suma a las causadas por el estilo de vida urbano, las urgencias laborales o las tensiones emocionales de todo tipo. El estrés crónico se encuentra detrás de muchas de las disfunciones de salud de la sociedad moderna.La ciencia ha demostrado que la hiperactividad crónica del sistema nervioso simpático predispone a padecer problemas cardiacos, y que incrementar el tono del sistema parasimpático tiene un efecto protector frente a los problemas de riego sanguíneo o las arritmias.El doctor Chevalier también ha comprobado que la conexión con la tierra reduce además la viscosidad de la sangre, un factor favorecedor de la hipertensión y otras enfermedades cardiacas, incluyendo el infarto.El cardiólogo y psicoterapeuta norteamericano Stephen T. Sinatra lleva más de treinta años dedicado a la prevención y recuperación de enfermedades coronarias, lo que le ha llevado a interesarse por el earthing y a convertirse en uno de los mayores expertos en el tema a nivel mundial. Sus trabajos se han recogido en el libro Earthing, con los pies descalzos (Ed. Sirio), escrito junto con Clinton Ober y Martin Zucker.En este libro se pueden encontrar testimonios como el del doctor James L. Oschman, que detalla cómo la inflamación crónica es una de las causas primarias de virtualmente todas las enfermedades, desde la diabetes hasta el cáncer.Oschman explica que, cuando pisamos la tierra, sus electrones libres se transfieren hacia el interior de nuestros cuerpos y que estos son, probablemente, los antioxidantes más potentes conocidos y actúan como antiinflamatorios sin efectos secundarios.Y añade: "El día que comenzamos a usar calzado nos aislamos de la energía de la Tierra y desde entonces los niveles de estrés han aumentado y la inmunidad ha disminuido".Todas las evidencias indican que incorporar el earthing al estilo de vida es una potente receta para prevenir las dolencias crónicas más comunes.Además de constituir un regulador del sistema nervioso autónomo, del estrés crónico, la inflamación, el sueño y las enfermedades cardiovasculares, hacer toma de tierra resulta una potente terapia ante situaciones de estrés emocional, ansiedad, pánico, miedo, depresión, dolor y fatiga, y síntomas como las cefaleas, las palpitaciones cardiacas o el vértigo.Disfunciones tan comunes como la diabetes, la obesidad y la hipertensión podrían estar relacionadas también con la pérdida de contacto con la tierra de la sociedad actual.Teniendo en cuenta los datos que nos aportan los estudios científicos, y las sensaciones que todos experimentamos al ir descalzos, podemos afirmar que debajo de nuestros pies tenemos una potente fuente de bienestar y que los electrones superficiales de la tierra constituyen un recurso de salud olvidado hasta ahora.
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